viernes, 6 de febrero de 2009

Salpicón


No voy a hablar del ataque (malísimo por cierto) de el Pokèmon de la imagen, la foto se debe a que el título me ha recordado a él.

A lo que vengo hoy a referirme es una cosa que me da muchísimo coraje y siempre ocurre en el cuarto de baño.
Te pongo en situación, has comido copiosamente, estás viendo la tele (la repetición de Onda Cadi en estos momentos) y te das cuenta de que tienes que ir al cuarto de baño.
Hasta ahí bien, lo malo es cuando, una vez sentado en el trono imperial ves que lo que vas a soltar es enorme y, mientras piensas en ponerle incluso nombre, recuerda que, debajo de todo, hay agua.

Mierda (nunca mejor dicho), sabes que en cuanto eso impacte contra el líquido elemento este saltará y, antes de que el ojo que todo lo ve pueda cerrarse, el agua se habrá colado por él.

Provoca un escalofrío tremendo, pero lo malo es que nunca se suelta solamente uno, sino que el proceso será repetido algunas veces más.

No es ahí donde acaba la cosa, ahora hay que limpiarse y nos limpiamos con papel, ¿no?. El papel y el agua no son buenos aliados, así que reza porque el agua no deshaga el papel o acabarás con el dedo como un camarero, pringao.

Seguro que el inventor de las letrinas pensaba como yo.

PD: Os parecerá increible (a mi también me lo pareció) pero, un día después de mi homenaje a las angangas gaditanas, apareció una de las fotos a las que me refería, con un servidor de fondo.

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