jueves, 19 de marzo de 2015

El ascensor de su vida

Como la cosa está tan mal para conseguir trabajo y lo único que hace debatir al personal son las situaciones que se dan en cualquier reality he decidido liarme la manta a la cabeza, pasar de la Historia y de ser profesor y convertirme en diseñador de realities.

El primero (y único por ahora) que he pensado se me ha ocurrido hace apenas una semana que he pasado bastante tiempo por el hospital. Consiste en colocar a ciertas personas en la cuarta planta de residencia* y darles un destino a cada una de ellas al cual tienen que llegar usando el ascensor. Parece fácil pero es verdaderamente una odisea.

La primera dificultad está en que siempre que se van a cerrar las puertas llega alguien a lo justo y vuelven a abrirse, alargando el proceso unos segunditos que se hacen eternos; también está el factor de que la gente no se fija si el ascensor sube o baja y, cuando ven que el ascensor se mueve en la dirección contraria a la esperada exclaman con sorpresa "uy! si yo le he dado a la planta baja!"; tampoco podemos olvidar el celador que aparece con una camilla y pide por favor que salga todo el mundo para poder trasladar al paciente, generando una serie de protestas que el propio enfermo tiene que soportar (desde luego, si tan urgente es su cura, que vaya corriendo a quirófano él solo); y, la última de las dificultades previsibles, es que el ascensor se para en todas las plantas.

Los castings también se grabarían y el modelo de selección del personal sería muy sencillo: pasan el corte todas aquellas personas que, independientemente de la planta en la que se encuentren y a la que tengan que ir, pulsan el botón tanto de subida como de bajada. Después, la siguiente criba se llevaría a cabo por la explicación de tal comportamiento: si ha sido una equivocación se va a la calle, si dice que no sabe con seguridad si hay que pulsar hacia donde se va o desde donde se va tiene posibilidades pero tendrían que evaluarse y si dice que es para que el ascensor venga más rápido entra seguro en el concurso.

Decidme que también os ha pasado a ustedes y que no soy el único sufridor.

*Para el personal no gaditanizado, residencia es como se le llama aquí al hospital, porque antes era la Residencia Zamacola.

miércoles, 4 de marzo de 2015

El Messenger te permitía conocer gente

La última vez que usé el messenger yo estaba de erasmus y abrir el programa era como pasearse por la zona franca un 1 de enero: no había nadie. Yo me conectaba porque mi madre lo seguía usando y porque no me gustaba usar el chat de facebook, pero a parte de nosotros solo estaba mi amigo Juan Carlos.

Sin embargo, a pesar de que la gente lo olvidó rápidamente con la aparición de facebook, el messenger nos había permitido conocer a la gente. No me refiero a conocerla como ahora, que agregas a la persona en cuestión y ves de ella lo que quiera mostrarle al mundo, sino que la conocías de verdad, a fondo, porque el subconsciente traicionaba y te quitaba la máscara ante el mundo.
Con el facebook se puede elegir una foto interesante para el perfil, compartir citas del pesao de Paulo Coelho y poner que el libro estaba mejor que la peli, dando a entender que eres una persona que vale la pena.

En cambio el messenger desnudaba el alma y nos enseñaba que había dos tipos de personas: las permisibles y las desesperantes. 

Las permisibles podían escribir unos nicks muy profundos, aprovechar el subnick al máximo, meter colores e iconos en ambos... vamos, que aquello parecería el real de la feria, pero al fin y al cabo se podía mantener una conversación con ellas una vez que te acostumbrabas.

Las desesperantes no es que pudieran hacer lo anteriormente nombrado, sino que a la fuerza lo hacían (cosa que ya hemos dicho que no tiene por qué ser mala). Pero lo que no era en absoluto de recibo era que creaban códigos aleatorios para los iconos externos, de manera que donde querían poner "He aprobado selectividad y voy a la universidad" se leía "Equisdé a-helado-do mandodelaplay-idad y muñecoandante a clavedesol unicornio-ojo-sidad". 
Esa gente, como recordaréis, tenía la necesidad de iconos inútiles como una bolsa de papel o introducían imágenes grandes que luego no se distinguían.

Las personas desesperantes mostraban que eran la basura del messenger, por eso agradezco que el Whatsapp no permita iconos añadidos por el usuario, porque lo que faltaba era sumarle a la gente que no sabe manejar el autocorrector, a la que escribe con los codos y a quienes no usan los signos de puntuación una serie de iconos puestos en mitad de una palabra de manera aleatoria. 
Eso si, no se por qué no hay todavía un culo y un corte de mangas.