jueves, 15 de enero de 2015

Operación salida

Cuando en estas navidades se ha hablado tanto de la operación salida, del tráfico, los atascos, los accidentes y demás, yo no pensaba en el tráfico, los atascos, los accidentes y demás. No, tampoco pensaba en el juego. La foto se me ha ocurrido ponerla ahora.

La operación salida yo la relaciono con un episodio desarrollado durante los últimos días de mi estancia en Florencia y una serie de estrategias que llevamos a cabo para escapar bien de allí. Pero vamos a ir por partes explicándolo todo.

Lo primero que hay que saber es que Florencia es una ciudad bastante húmeda a pesar de no tener mar, pero el río Arno cumple su función humidificadora a la perfección. Los climas húmedos atraen a los mosquitos, por lo que en Florencia hay mosquitos, y mi casa estaba al lado del río, por lo que en mi casa había un número de mosquitos por metro cuadrado bastante más elevado que en el resto de casas fiorentinas alejadas del río.
Así que, harto de que me picaran aun en otoño, empecé a cazar todos los mosquitos que veía. Estos se acercaban a la luz, que estaba en la pared muy cerca del techo, por lo que yo los veía en el techo. Saltaba y los aplastaba. Y se quedaban pegados en el techo. Con la coña yo decía que se trataba de un mensaje al resto de mosquitos, pero lo cierto es que no los quitaba por flojera y no fuera a ser que me entrara uno en la boca. ¿Qué hubiera sido más fácil comprar el repelente ese que va enchufado? pues si, pero ya, total. Además, os habríais perdido una historia.

Otra de las cosas que hay que saber es que las tuberías de esa casa eran viejas, muy viejas, viejísimas, vetustas y, digo más, vetustísimas. Tanto que Mario, el fontanero, no el murciano, nos advirtió varias veces que sería conveniente cambiarlas. Si recordais lo que os conté de Mario pensaréis, al igual que yo, que la advertencia de seguridad de una persona que prefiere lavarse las manos con detergente y que se queda la mierda que saca de una lavadora hay que tomársela bastante en serio.
Este estado de las tuberías acabó desencadenando en el último mes en un depósito de agua caliente que perdía agua y que decidimos subsanar con cinta americana a su alrededor y con un cubo abajo para posibles fugas.

Lo último que hay que saber es que al final del año iban a venir a revisar que toda la casa estuviera bien para devolvernos la fianza (que creo que no nos la devolvieron, o que nos devolvieron menos, o algo así).
El caso es que había que limpiar la casa a fondo, una casa cuya sensación de suciedad era inherente, donde había una capa de grasa en la cocina de antes de que llegáramos y donde la pintura contra la humedad sobre las ventanas aguantó dos semanas como mucho.

Lo primero era el tema de los mosquitos, que después de casi un año os podeis imaginar el techo y el borde de la lámpara cómo estarían. Quitarlos no fué difícil, el problema venía con las manchas que quedaban. Así que ahí estuve yo, con un pañito con agua dándole a manchas que llevaban 8 o 9 meses en el techo, provocando que surgieran nuevas manchas pero en esta ocasión de limpieza, generando el contraste con el tono oscurillo que tenía el techo.

Lo segundo era el depósito que, si bien habíamos arreglado relativamente el problema, no estaba bonito que allí entraran y se encontrasen cinta americana en una tubería y un cubo abajo. Afortunadamente habíamos descubierto que, quitando la cinta y secándolo durante unos segundos con una toalla, dejaba de gotear durante unos minutos (creemos que cerca de 10).

Así que nuestro genial plan era el siguiente: Cuando sonara el telefonillo yo entraba en el baño para secar la fuga y vaciar el cubo, Pepe recibía a quien fuera y Tania se quedaba en el cuarto intentando que no mirase al techo. Yo tampoco se cómo evitar que alguien mire donde sea, pero ese era el plan.
El caso es que llegó el día señalado y pusimos en marcha el plan. De verdad que estábamos con nervios y yo entré corriendo en el baño hasta escuchar que mi primo empezaba a hablar. Cuando eso ocurrió salí y comenzábamos a ir contrarreloj.
Ahora imaginaos nuestras caras cuando la piva de la agencia entró en el salón (salón/cocina/salita/sala de estudio), miró a su alrededor y dijo "todo muy bien, muchas gracias".

Después de eso irnos de allí sin devolver el aparato de internet ni pagar lo que nos pedían por devolverlo no nos costó en absoluto. Entonces se trataba de huir, sencillamente.