domingo, 24 de enero de 2016

Los alquiladores en Cangurolandia

Desde hace un tiempo, creo que desde verano de 2004, llevo observando una práctica muy común a la par que estúpida en Cádiz. Para hablar del fenómeno hay que exponer las bases de la publicidad y, a partir de ahí, comentar qué pasa en esta ciudad para que haya gente tan idiota. 

Bien, veamos. Según Wikipedia, que es la base de todo estudio en la actualidad, la publicidad se define de la siguiente manera (en su primera frase): "La publicidad es una forma de comunicación que intenta incrementar el consumo de un producto o servicio, insertar una nueva marca o producto dentro del mercado de consumo, mejorar la imagen de una marca o reposicionar (o mantener mediante la recordación) un producto o marca en la mente de un consumidor". Luego, además de esto hay varias nociones que conviene tener claras: debe ser accesible al sector de la población destinatario de tal producto, debe llevar un mensaje claro (no aplicable a colonias y perfumes) y debe adaptarse a las necesidades del momento. De poco serviría ahora mismo ofertar puertas con sangre de cordero anti masacre de primogénitos.

Pues, a pesar de todo esto que puede parecer muy sencillo, en Cádiz se siguen viendo carteles de SE ALQUILA y SE VENDE más allá de un cuarto piso (y un cuarto piso ya me parece excesivo). Además, en lugar de poner en grande el piso que es y que la gente llame al telefonillo, se pone un teléfono que nadie ve y, en ocasiones, hasta dos: un fijo y un móvil. Olé.
Esto me hace plantearme una serie de hipótesis sobre la intencionalidad y el objetivo de colocar estos carteles:

1º.  Grabar cuánta gente se queda desde abajo, con la cara de Clint Eastwood por el sol en los ojos y mirando hacia arriba intentando descifrar el número.

2º. Qué alguien en esa casa no quiere vender y utiliza este método a modo de "yo he hecho todo lo que he podido".

3º. Que el piso está en venta, únicamente, para aves y vecinos del bloque de enfrente.

4º. Que la gente es idiota.

Y me da a mi que es la última.

martes, 19 de enero de 2016

Lo que necesita Cádiz (tercera parte)

Julio Pardo y Antonio Rivas me han convencido con su lírica y su poesía: los enemigos de Cádiz no podemos cargarnos tradiciones así como así, hay que defenderla. Por ejemplo, nuestra madrugá se está perdiendo y estaría feísimo que, por ejemplo, un coro de aquí se fuera a Sevilla a cantarle a la Macarena, porque nuestras tradiciones hay que defenderlas por encima de todo.

Como he comprobado que tiene razón, que la izquierda está ahí con ganas de quemar iglesias y sacrificar a los hijos de Abraham, he llegado a la conclusión de que hace falta actualizar la semana santa para que le agrade a todo el mundo y se puedan llevar cuanto dinero quieran. Por eso propongo que se modifiquen algunas procesiones y se creen otras totalmente nuevas para acercar aspectos menos convencionales de la pasión de Cristo a los más neófitos en el tema, que lo que cuenta cada procesión se lo sabe todo el mundo.

En primer lugar propongo la cofradía del misterio de los 3 denarios (que popularmente se conocerá como "la cuenta"). Esta es una modificación de la Santa Cena y es justo el momento después en el que están ajustando cuentas y falta dinero para pagar. Como son muchas figuras existe la posibilidad de que las caras reflejen muchas situaciones: el que hace como que busca en el monedero pero pasa de pagar más, el que se cabrea porque siempre pasa igual, el que le está quitando la cuenta a Jesús como diciendo "a ver, deja que yo haga la cuenta no vaya a ser que hayas sumao mal". Y Judas levantándose con la excusa de que va al banco a sacar dinero (aro!).

Otra procesión sería Nuestro padre Jesús el cachondo y el santísimo sofocón de los romanos. En esta saldría el sepulcro con la piedra quitada porque Jesús ya ha resucitado y se ha largado de allí. Los dos soldados romanos que estaban vigilando tienen un sofocón tremendo y uno de ellos incluso se ha quitado el casco y está empapaíto en sudor de la que les va a dar Pilatos. En la parte posterior del paso, escondido fuera del sepulcro, está Jesús aguantando la risa para no delatarse.

También estaría bonita un paso que se llamara La santísima suerte que tiene San Pedro. Y es que no es normal que, yendo a apresar a Jesús una patulea tremenda de gente, San Pedro saque una espada, le corte la oreja a uno y no lo arresten a él también. Entonces la imagen sería a Jesús muy indignado porque solo se lo llevan a él y Pedro tirando la espada y mirando para otro lado como aquel que no tiene ni idea de quién ha sido.

Por ahora creo que estas tres procesiones estarían bien para conciliar a todo el mundo y para actualizar un poco la semana santa, que lleva mucho tiempo igual.