domingo, 23 de agosto de 2015

Lo que necesita Cádiz (primera parte)

Con el último cambio de gobierno en la alcaldía de Cádiz y lo que ha supuesto en la historia reciente de nuestra ciudad, veo a mucha gente poniendo en sus muros de facebook qué es lo que le hace falta a Cádiz para mejorar. Que se han dado cuenta ahora, cuando estaba la rubia nadie se paró a pensar nada por lo que se ve, pero bueno, como todo el mundo está intentando dar ideas y ayudar para que la ciudad mejore yo, desde aquí, voy a aportar mi granito de arena.

No voy a hablar de empleo, de turismo sostenible, de deportes, ni de fiestas, que de eso ya se ha encargado todo el mundo. Yo voy a hablar de algo más concreto, más cercano al pueblo... llamadme populista, Populista Harris.
La cuestión es que, desde hace unos años, he venido observando que esta ciudad está huérfana por las noches, no de bares, que de esos hay bastantes y si cierran pues luego si no te vas a la Caleta con un litro Punta que es el sitio permitido. Yo a lo que me refiero es que Cádiz está huérfana de barracas.

Hay muchas veces que uno va por la calle a altas horas de la noche y piensa que, con el hambre que tiene, se comería un huevo frito sin pensarlo, hasta que recuerda que existen huevos fritos de gominola, que deben de ser una de las mejores chuchería del universo, y el antojo se multiplica. Desafortunadamente no hay barracas y uno se acuesta con antojo y pensando la mala suerte de que no hubiera una barraca abierta en todo Cádiz.
Por ello yo propongo al actual equipo de gobierno del Ayuntamiento de Cádiz la instauración de dos Barracas de Guardia: una en Cádiz y otra en Puerta Tierra, de manera que nadie se quede sin chucherías cuando quiera.
En caso de que eso no pueda ser, por lo menos que cada Navidad pongan en Onda Cádiz el capítulo del tigre de Farmacia de Guardia.

miércoles, 5 de agosto de 2015

La excusa de más peso

Hay veces que nos proponen algún plan y que, por las razones que sean, no nos apetece lo más mínimo salir de casa. Es ahí cuando, para no herir los sentimientos de quien nos propone el susodicho plan, nos ponemos a buscar una excusa que, aun siendo mentira, sirva como tapadera.
Dolor de cabeza o cansancio extremo son algunas de las más usadas porque, pensamos, nadie va a obligar a una persona con malestar a que habandone el calor de su hogar y, sin embargo, suele pasar. Un "venga ya, sales un rato de tranqui y se te pasa" o "pero si el voley es buenísimo pa el cuerpo" pueden ser las respuestas.

Para evitar estas situaciones la humanidad ha evolucionado hasta conseguir la excusa irrefutable, la que nadie es capaz de poner objeción, la más tonta: Es que ya estoy con el pijama y to. Ahí es nada.
El pijama, como si se tratase de una camisa de fuerza o una cadena de las que usaba Houdini dentro de los cacharros en los que se metía, se convierte en una excusa tan válida como carente de lógica. 
Uno de los aspectos positivos de la ropa es que son artículos de quita y pon, lo cual nos permite cambiar de indumentaria según la ocasión o nuestras preferencias en el momento, pero cualquiera diría que el pijama no, que eso ya se convierte en la prenda definitiva, la inquitable. Además, como habréis visto, la frase se completa con un "y to". "Que ya estoy con el pijama y to". Esa es la clave de la excusa porque ahí, debajo de esas dos palabras monosilábicas, se encierra un "y en verdad esto es un mojonazo de excusa pa decirte que paso de tu cara", pero dicho así queda poco educado.

A mi nunca me ha gustao esa excusa pero, como concepción social que es, la respeto cuando me la dicen. Lo que tengo claro es que la voy a usar cada mañana que no quiera ir a ningún lado y vengan a sacarme de la cama. "Que va tía, es que estoy con el pijama y to". Y al garete, que diría Don Manué.

Por cierto, he escrito habandone en lugar de abandone. Espero que lleves todo este rato pensando si me había equivocado o si no sabía escribirlo.