viernes, 10 de junio de 2016

Resistencia

La vida no deja nunca de golpear y, sin embargo, no nos queda otra que, habiendo probado el sabor de la tierra en nuestra boca condensando nuestra saliva, habiendo mordido la lona del pugilato de nuestra existencia, volver a levantarse. Y nos levantamos sabiendo que, probablemtente, volvamos a recibir tal cantidad de golpes que nos volverán a hacer caer. Y, una vez más, una tras otra, nos levantaremos. Resistiremos.

Los golpes no tienen por qué ser físicos. De hecho, en la mayoría de ocasiones no lo son. Los golpes son morales, no los vemos venir, o los vemos venir pero tenemos la esperanza de saber afrontarlos. Los vemos venir y pensamos que frenarán antes de atizarnos, que esta es la vez que no nos la llevamos, que nos quedamos en pie. Pero caemos.

Nos miran, nos dicen "pero ya te lo sabes". Y te resignas, lo admites, te sacudes la desilusión y vuelves a tener esperanza en que todo cambie.

Eso es la resistencia. Que den las 14:00, enciendas la televisión y esperes que el capítulo de los Simpson sea un capítulo de los antiguos. Probablemente no pase, pero mañana volveremos con la misma esperanza.

Resistimos.

jueves, 31 de marzo de 2016

Año 1 a.C. (antes de las computadoras)

El otro día, yendo por un descampao que me coge de camino al entrenamiento, pensaba que, entre toda las hierbas que han crecido por ahí, podría haber tres cosas: mierdas de perro, una serpiente jeringuillas.

Lo de las mierdas de perro tiene sentido, porque allí va un montón de gente con sus mascotas para que corran libremente y, sin embargo, nunca he visto a nadie con una bolsa en la mano por si se cagan, que es lo más normal teniendo en cuenta que los perros salen a cagar. 

Creo que lo de la serpiente se debe a que, siendo yo pequeño, me mordió una. Es posible que mi recuerdo sea difuso y que solamente se tratase de una culebra (que no deja de ser una serpiente) pero yo recuerdo una serpiente amarilla y negra, sin ojos y con 4 dientes que me mordió cuando escalaba un muro por el que se había embarcao un balón). Supongo que, al estar al lado de la antigua vía de tren cuya maleza comparte aspecto con la del descampao, he asociado los dos lugares.

Y, sin embargo, para lo que me cuesta más trabajo encontrar una explicación lógica es para lo de las jeringuillas, principalmente porque no he visto a ningún enganchao en ese descampao (sería incomodísimo meterse ahí, con los perros dando el coñazo). Creo que se debe a todas las historias que poblaban mi infancia sobre jeringuillas encontradas en sitios concretos. Recuerdo una que decía que se habían dado casos de gente que iba al cine y, al sentarse, notaban algo en el culo. Se levantaban y veían una jeringuilla en el asiento con un post-it que decía Enhorabuena. Tienes Sida.

Esta era una de tantas historias y, lo más curioso, es que todo el mundo conocía a alguien que le había pasado: la de la serpiente que medía al dueño por las noches, el fin de Sorpresa, sorpresa, y tantas y tantas otras que quedan en la memoria.
La cuestión es que con el paso de los años me he terminado enterando que todos estos bulos imposibles de demostrar  se contaban exactamente igual en todas partes y eso que era antes de la era "cadenas de hotmail". 

En mi afán por dilucidar cómo se perpetuaban estos mitos tengo algunas teorías que ahora mismo os presento:
1. Venían en la programación de la tele: Porque, hace unos años, la gente tenía una revista en su casa que decía que iban a echar por la tele durante toda la semana, con el partido que daba antena 3 y todo. Eso era un factor común de todas las casas, por lo que es bastante probable que apareciera ahí. Sin embargo todo el mundo afirmaba haber escuchado estas historias, por lo que esta teoría queda invalidada para dar paso a la siguiente.

2. Una secta: Más que una secta y la concepción que tenemos del término sería un grupo de gente aburrida de sus vidas que se reunía para conspirar creyéndose poseedor de la verdad absoluta. Vamos, una secta. El tema es que se inventarían historias para crear confusión y desestabilizar el sistema pero ¿como las difundían? esto nos lleva a la tercera teoría.

3. Juglares: Me gusta pensar que, a pesar de lo que los libros de Historia dicen, los juglares han existido desde hace poco y que seguían yendo, plazoleta por plazoleta, con su laud cantando no ya las gestas de algún caballero, sino las historias locas inventadas por la secta anteriormente nombrada. Estarían a sueldo de esta y, cada juglar con su prenda medieval, relataría no se qué de un perro llamado Ricky y un tarro de mermelada.

No escribía desde enero. Igual me estoy curando.

domingo, 24 de enero de 2016

Los alquiladores en Cangurolandia

Desde hace un tiempo, creo que desde verano de 2004, llevo observando una práctica muy común a la par que estúpida en Cádiz. Para hablar del fenómeno hay que exponer las bases de la publicidad y, a partir de ahí, comentar qué pasa en esta ciudad para que haya gente tan idiota. 

Bien, veamos. Según Wikipedia, que es la base de todo estudio en la actualidad, la publicidad se define de la siguiente manera (en su primera frase): "La publicidad es una forma de comunicación que intenta incrementar el consumo de un producto o servicio, insertar una nueva marca o producto dentro del mercado de consumo, mejorar la imagen de una marca o reposicionar (o mantener mediante la recordación) un producto o marca en la mente de un consumidor". Luego, además de esto hay varias nociones que conviene tener claras: debe ser accesible al sector de la población destinatario de tal producto, debe llevar un mensaje claro (no aplicable a colonias y perfumes) y debe adaptarse a las necesidades del momento. De poco serviría ahora mismo ofertar puertas con sangre de cordero anti masacre de primogénitos.

Pues, a pesar de todo esto que puede parecer muy sencillo, en Cádiz se siguen viendo carteles de SE ALQUILA y SE VENDE más allá de un cuarto piso (y un cuarto piso ya me parece excesivo). Además, en lugar de poner en grande el piso que es y que la gente llame al telefonillo, se pone un teléfono que nadie ve y, en ocasiones, hasta dos: un fijo y un móvil. Olé.
Esto me hace plantearme una serie de hipótesis sobre la intencionalidad y el objetivo de colocar estos carteles:

1º.  Grabar cuánta gente se queda desde abajo, con la cara de Clint Eastwood por el sol en los ojos y mirando hacia arriba intentando descifrar el número.

2º. Qué alguien en esa casa no quiere vender y utiliza este método a modo de "yo he hecho todo lo que he podido".

3º. Que el piso está en venta, únicamente, para aves y vecinos del bloque de enfrente.

4º. Que la gente es idiota.

Y me da a mi que es la última.

martes, 19 de enero de 2016

Lo que necesita Cádiz (tercera parte)

Julio Pardo y Antonio Rivas me han convencido con su lírica y su poesía: los enemigos de Cádiz no podemos cargarnos tradiciones así como así, hay que defenderla. Por ejemplo, nuestra madrugá se está perdiendo y estaría feísimo que, por ejemplo, un coro de aquí se fuera a Sevilla a cantarle a la Macarena, porque nuestras tradiciones hay que defenderlas por encima de todo.

Como he comprobado que tiene razón, que la izquierda está ahí con ganas de quemar iglesias y sacrificar a los hijos de Abraham, he llegado a la conclusión de que hace falta actualizar la semana santa para que le agrade a todo el mundo y se puedan llevar cuanto dinero quieran. Por eso propongo que se modifiquen algunas procesiones y se creen otras totalmente nuevas para acercar aspectos menos convencionales de la pasión de Cristo a los más neófitos en el tema, que lo que cuenta cada procesión se lo sabe todo el mundo.

En primer lugar propongo la cofradía del misterio de los 3 denarios (que popularmente se conocerá como "la cuenta"). Esta es una modificación de la Santa Cena y es justo el momento después en el que están ajustando cuentas y falta dinero para pagar. Como son muchas figuras existe la posibilidad de que las caras reflejen muchas situaciones: el que hace como que busca en el monedero pero pasa de pagar más, el que se cabrea porque siempre pasa igual, el que le está quitando la cuenta a Jesús como diciendo "a ver, deja que yo haga la cuenta no vaya a ser que hayas sumao mal". Y Judas levantándose con la excusa de que va al banco a sacar dinero (aro!).

Otra procesión sería Nuestro padre Jesús el cachondo y el santísimo sofocón de los romanos. En esta saldría el sepulcro con la piedra quitada porque Jesús ya ha resucitado y se ha largado de allí. Los dos soldados romanos que estaban vigilando tienen un sofocón tremendo y uno de ellos incluso se ha quitado el casco y está empapaíto en sudor de la que les va a dar Pilatos. En la parte posterior del paso, escondido fuera del sepulcro, está Jesús aguantando la risa para no delatarse.

También estaría bonita un paso que se llamara La santísima suerte que tiene San Pedro. Y es que no es normal que, yendo a apresar a Jesús una patulea tremenda de gente, San Pedro saque una espada, le corte la oreja a uno y no lo arresten a él también. Entonces la imagen sería a Jesús muy indignado porque solo se lo llevan a él y Pedro tirando la espada y mirando para otro lado como aquel que no tiene ni idea de quién ha sido.

Por ahora creo que estas tres procesiones estarían bien para conciliar a todo el mundo y para actualizar un poco la semana santa, que lleva mucho tiempo igual.

jueves, 31 de diciembre de 2015

Kiko, qué maravilla

Antes de llegar a Florencia en 2011, si yo escuchaba algo de Kiko, se me venía a la cabeza este señor marcando en el último momento o haciendo el arquero. Si acaso el amigo del Chavo diciendo "¿quieres? ¡pues compra!". Pero todo cambió desde que Giovanna (aka La Juana) le costaba la misma vida aprenderse mi nombre y, durante los primeros días, me decía Kiko. Esto se debía a una tienda de maquillaje que la gente de Cádiz seguro que ya conoceréis por el homenaje que se les hizo en Columela a unos de los grandes embajadores de la ciudad: Kiko y Zara.

La cuestión es que, como mucha gente ha podido comprobar, tras 8 años y pico de relación mis conocimientos sobre maquillaje se han ampliado de manera significativa, pero en diciembre de 2011 yo tenía una lista de cosas concretas, todas en inglés y con códigos concretos de color.

Kiko en Florencia solía estar lleno de chinas probándose potingues enfrente de un espejo, gente con pinta de tener mucho dinero y dos negros enormes en la puerta haciendo las funciones de seguridad. Y en medio de aquello me metí yo, con las melenas, la chaqueta de cuero, la sudadera de los Maiden, unos vaqueros rotos y las botas.
Yo entré allí como el que coge por primera vez una carta naval y lo máximo que ha hecho es jugar con la Goleta de Playmobil. Estaba tela de perdido y decidí dar vueltas, muchas vueltas, sin ver nada, pero yo daba vueltas, esperando que los artículos apareciesen delante mía como por arte de magia. Yo miraba el papel con la lista, levantaba la vista, observaba un punto y tiraba para allá. Así durante bastantes minutos.

Podría haber seguido mucho más, hasta que vi que el negro de la puerta no estaba en la puerta y estaba siguiéndome a una distancia de seguridad para tenerme vigilado. Mierda, ya la había cagao. Mi solución fue coger una bolsa y empezar a echar cosas al azar, pero yo na más que miraba al portero y empezaba a sudar y a pasarlo realmente mal.

Al final todo se solucionó porque una chiquilla de las que trabajaban allí tuvo que ver que estaba más perdido que Antonio Resines en una película de Nolan y se me acercó, me cogió la lista y fue llevándome por los estantes donde estaban las cosas.

Desde ese día he mejorado muchísimo, ahora directamente entro y pregunto.

viernes, 25 de diciembre de 2015

Dulce Navidad

Qué bien que ya es Navidad. Un día, una época del año, que es, citando al Sheriff, "tiempo de paz, tiempo de amor, tiempo de que te mires en tu interior y veas algo más que 100% algodón". Unas fechas para que todo el mundo esté feliz y contento y se recuerden los buenos momentos.
Pues parece que para un sector de los ideólogos de esta fiesta esto no es así. Los ideólogos, por si no lo sabíais, es la cristiandad, y el sector al que me refiero son los compositores de villancicos.

No se si os habéis fijado, pero dentro de los villancicos hay, ocultos como segunda estrofa que nadie se sabe, mensajes muy chungos.
Hay una tendencia de celebrar el nacimiento de Jesús recordando que va a morir crucificado. ¿Os imaginais ir a la planta de maternidad de Residencia y contarle a un niño que va a morir en Texas en una silla? No es bonito, ¿verdad? Pues en el villancico de Endivia tiene bien que dicen, varias veces además, que el niño que está en la cuna en una cruz morirá (bis). Qué envidia... la misma envidia que se pueda tener de una corona de espinas, vamos.

También está la versión Tarantino, de perspectiva en primera persona pero, en lugar de hacerlo desde el maletero de un coche, lo vemos desde un pesebre. Ese pobre niño presentándose como Soy amor en el pesebre y sufrimiento en la cruz. Además de la maldad de preguntarle al niño de quién es, metiendo el dedo en la llaga (AAAAAAH!).

Y luego hay otra que no tiene nada que ver con el nacimiento del chiquillo, que es directamente Dios recordando su pasado macarra del Antiguo Testamento en Los Campanilleros en el que, para vengarse de un rico avariento, se carga a sus perros: Pero quiso Dios que los perros de pronto murieran y el rico avariento pobre se quedó. Porque expropiarle es de rojos y mucho mejor es matar a unos cuantos perretes.

Total, que me quedo con la tarara y así recuerdo al Selu.

Felices fiestas y ya estais tardando en ver El Despertar de la Fuerza.

martes, 27 de octubre de 2015

La colectivización de los colores

Siempre he mantenido que mis ideales y mi forma de pensar actual se han ido forjando a lo largo de mis años de vida y de las experciencias por las que he pasado. Esto que os voy a contar pasó de verdad y lo recuerdo perfectamente: mi primera experiencia de colectivización.

Estaba yo en 1º de primaria (A, por supuesto) y mi profesora decidió romper con lo establecido. Nos dijo que todo el mundo tenía que volcar sus colores sobre su mesa y luego, cuando estuvieran todos a la vista de todo el mundo, iríamos cogiendo para que todo el mundo tuviera los mismos colores. Lo que ella no tuvo en cuenta es que, para que eso ocurriera, o bien todo el mundo tenía que haber depositado desde un primer momento el mismo número de colores o había que dividir todos los que había en partes iguales.

No sucedió ninguna de las dos cosas y, a la hora del reparto, la gente empezó a coger el color rojo. En cambio yo, sabiendo que había menos, cogí en primer lugar el color carne cuando me llegó mi turno. La gente iba cogiendo los colores básicos sin darse cuenta que, al ser precisamente básicos, habría al menos una cera para cada persona, pero que los colores carne, ocre (también llamado color caca), gris o blanco eran rara avis y estarían más cotizados.

Así pues, de lo que iba a ser una experiencia colectivizadora para dar a todo el mundo las mismas oportunidades, resultó que se creó una pequeña burguesía propietaria de colores (medios de producción de color, técnicamente) de la que yo era miembro.
Ahora yo tenía el poder y, lejos de satisfacerme, resultó ser un coñazo. A mí venía todo el mundo para pedirme el color carne y, como era mío, lo prestaba, si, pero a regañadientes o a cambio de que los demás le sacaran punta, y terminaba pintando caras apretando muy poquito el naranja.
Ahí me di cuenta de que yo no servía para ser de la clase dominante y que me apañaba bien con recursos escasos. También me di cuenta de que el color caca no se parecía al color de la caca.

Lo que nunca supe es si nuestras madres llegaron a enterarse de esto y, en caso afirmativo, cómo les sentó a aquellas que le habían comprado a su hija la caja plastidecor de 24 colores y llegó un día con 12 ceras carioca (que eran malísimas).

PD: ¿En África cómo le llaman al color carne?