jueves, 8 de mayo de 2014

La casa de los olores

Hay cerca de mi casa una casa encantada, debe ser cosa de magia o quizás esté embrujada. Cada día, a la hora de almorzar, inunda la calle de un olor imposible de ignorar. Son siempre olores agradables que hacen que me pierda y que al llegar a casa piense que mi comida es una mierda.

Creo que me voy a dedicar a ser cuentacuentos a partir de ahora, al menos de cuentos de misterio, hechicería y magia negra... total, al infierno parece que iré seguro, voy a ir cogiendo galones para que al llegar me conozcan.

A lo que venía, aunque sea parezca una gilipollez el inicio de esta entrada, de verdad os digo que es una historia verídica. Este suceso tiene lugar cada día que he estado presente cerca de mi casa, en un callejón que, tras haberme parado a buscarlo, he descubierto que no tiene nombre. Sucede que, cuando se va acercando la hora del almuerzo, ese callejón empieza a oler muy bien, excesivamente bien, a comidas que apetecen en el momento exacto: en invierno un día lluvioso huele a puchero con hierbabuena, un día caluroso de verano huele a salmorejo, otro día a tortilla, otro a pimientos fritos... y así siempre, día a día, con comidas que de verdad apetecen. No es como el típico día que tienes ganas de croquetas y al llegar a casa ves que hay revuelto de judías, que también están mu ricas, pero no, tú querías cocretas. No, esto es diferente, en esta casa si no tenías antojo hace que se te antoje lo que hueles, y si por el contrario lo tenías el propio olor hace que tu idea parezca basura.

El problema en este caso son dos: el primero, que nunca he averiguado de qué casa procede tan exquisito olor que supera al del néctar y ambrosía; y segundo, que aunque lo supiera no tengo tanta cara como para colarme en casa de alguien porque huele bien.
De hecho he llegado a desarrollar dos teorías en torno a este fenómeno:
1. El olor sólo existió una vez y quedó en mi recuerdo, tan fuertemente marcado que mi subconsciente me muestra qué me apetece de comer al pasar por la ventana. Puede suceder que algun día coincida que huele bien, pero que pase siempre ya es mucha tela.
2. Huele normal, a comida, como cualquier casa a esas horas, pero el hecho de que esté justo después de la basura del hospital que es el peor olor de todo Cádiz hace que me parezca en comparación el mejor olor del mundo y, como consecuencia, tiendo a sufrir de antojo.

Afortunadamente para mi ya esto no es problema porque, aunque yo soy de comer de todo (venga, haced la bromita), ahora tengo a mi cuñado como vecino que es un cocinillas y hace unos platos güenísimos. Esto de por si no es fortuna alguna para mi, por lo que soy afortunado es porque siempre manda para casa algo para que lo probemos, y siempre acierta.
Como no vive en vuestro bloque pero es un tío generoso se ha currao un blog en el que va poniendo sus recetas pa que intenteis imitarlo.

Damos y caballeras, con todos ustedes: CHEFQUIROTE: Sacando al Chef que llevas dentro