lunes, 26 de abril de 2010

Los pequeños placeres de la vida (pequeñísimos)

Bienvenidos de nuevo a mis pamplinas.
Este bolsillo representa pa mi una puerta a la ilusión. En ocasiones, puede ser incluso más mágico y fascinante que el de Doraemon.
Esto que estoy escribiendo viene a cuento de una cosa que me acaba de pasar. Bueno, voy a empezar, como diría Manolito García Moreno, por el principio de los tiempos.

A todo el mundo le gusta encontrarse dinero, no es nada nuevo, pero hay personas que no les importa perderlo. Y no ya solo perderlo, sino que hay personas que lo tiran o lo dejan en cualquier lado, y eso que no son unos tíos Gilitos de la vida.

Si la mayoría sois como ellos os habreis imaginado a alguien sonándose los mocos con un billete de 5 dineros y tirándolo al suelo. No es eso precisamente a lo que me refiero.
Lo que la gente hace es menospreciar las moneditas de 1 y 2 céntimos... como está la cosa y la gente derrochando.

Hay sitios en los que te puedes encontrar esas pobres monedas abandonadas y darles cobijo como los autobuses, las mesas de los bares, algún banco (de sentarse, no de pagar. Ahí es obvio que los hay).

A lo que iba, que cuando me encuentro moneditas de este tipo me hace una ilusión tremenda. De verdad que cuando alguno de mis amigos me ha visto encontrarme una moneda así se han quedao algo desconcertaos y se reían pensando que lo hacía de cachondeo. Y lo de soltar la frase "ya soy un céntimo menos pobre" no ayuda a que me tomen en serio.
Pero lo que más ilusión me hace es ir caminando tres semanas después, meter la mano en el bolsillo y encontrarme la monedita que guardé tres semanas antes.

Y todo esto viene a que acabo de encontrarme en mi pantalón pegaíto una moneda de 2 céntimos. Ya tengo 3!!!

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