domingo, 24 de enero de 2010

El día que quise estudiar

Hola queridos amigos.
Hoy vengo hablaros del día que, aunque quería con todas mis ganas, no pude estudiar.
No se trataba de uno de esos días en los que uno piensa qué hacer y como no se le ocurre na pues decide estudiar. En esta ocasión lo primero que se me vino a la mente fue irme a estudiar.

Hable con Elena por si ella iba a la biblioteca o algo. El resultado fue que en el momento que se lo estaba preguntando ella se iba ya porque había quedao con Paco para ir al aulario, así que me vestí corriendo y fui pa su casa. Llegué antes que ella.

Paco nos recogió y nos dijo que era la primera vez que cogía el coche solo. No es que no confiasemos en el arte conductora de Paco, pero su advertencia nos puso nerviosillos. Tengo que decir en su favor que, salvo una anécdota que relataré en breves instantes, condujo de maravilla.

Paco aparcó en el parking de Santa Bárbara y nos fuimos pa estudiar. Primero fuimos a la facultad de Filosofía y Letras, que estaba cerrada, luego al aulario de Simón Bolivar, que estaba lleno, después a Medicina y al Mora, que estaban cerradas también.
Tras ver el plan y que llevábamos cerca de una hora perdida decidimos probar suerte en la biblioteca de la plaza de las Tortugas y, si estuviese cerrada, irnos a La Mirilla a merendar. Al pasar por el Falla observamos la cola que había para el concierto de Andy & Lucas... y nos pusimos los últimos, no es plan de colarse.
Es broma, eh! no íbamos a entrar (aunque Paco si que se puso en la cola).
Al llegar a Tortugas vimos que la biblioteca estaba cerrada, y es que, tan jóvenes e inexpertos como éramos, no sabíamos que los sábados por la tarde las bibliotecas cierran.

Así pues, como nos habíamos prometido, nos fuimos de vuelta destino a La Mirilla pa merendar. La verdad que ya con el cachondeíto que llevabamos no teníamos ninguna gana de estudiar.
El caminito hasta el coche fue un paseito por la Alameda con sesión de fotos chorradas incluidas (ver imagen superior como ejemplo).

La cosa es que llegamos a la Mirilla y después de merendar allí nos fuimos a casa de Elena. Es en este momento en el que el día llegó a su momento culmen: la anécdota de Paco conductor.
El tema es que encontramos un gran hueco de aparcamiento cerca de Residencia (con "gran hueco" me refiero al tamaño del coche más un tercio del tamaño de este aproximadamente). El caso es que Paco fue muy dispuesto a aparcar y podríamos decir que se le olvidó como se aparcaba. Tanto es así que tardó 13 minutos en aparcar (si, los contamos).
Mientras Elena y yo nos moríamos de risa, Paco se cagaba en nuestras castas y se ponía nervioso.
Hubo un coche que pasó dos veces mirando por qué no aparcaba y una ambulancia que se dirigía a Residencia tuvo que dar la vuelta y coger por otro lao. No llevaría mucha bulla, que si no...

En fin, que hay veces que uno quiere estudiar y el destino no le deja. Y por qué escribo yo esto ahora? Pues hay varias razones:
1. Es mi blog y escribo de lo que me da la gana.
2. Mañana tengo el primer examen y estoy recordando mis días desperdiciados.
3. Este blog se creó para contar esta historia (y otra más, que ya contaré en su momento).

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