lunes, 17 de agosto de 2009

Born in the U.S.A.

Hola Don Pepito!
No vengo a hablaros de Bruce Springsteen, simplemente el título de esta entrada perfectamente podría haber sido la banda sonora de uno de los más grandes engaños que he vivido.

Todo se remonta al 15 de Septiembre de 1996, ese día llegó a la clase de 1ºA de primaria del colegio Amor de Dios un niño nuevo.
Al presentarse nos decía que era de Estados Unidos, nos contaba un par de cosas de allí (como que los semáforos en vez de verdes eran azules) y ya éramos amigos de un estadounidense.
Podría habernos resultado raro que su nombre y apellidos no fueran en inglés, pero viendo las cosas que hacía teníamos cada vez más claro que era de fuera.

Normalmente se portaba excesivamente mal, la mayor parte del tiempo se la pasaba de pie castigado (un dia, estando castigado, se estampó contra la pared opuesta para demostrarnos lo que eran las astas del toro), decía que de mayor quería ser asesino, dibujaba unos símbolos muy raros (que con el tiempo descubrimos que eran esvásticas), hacía aviones de papel en los que se leía "ETA, cargamento de muertos" y los lanzaba por la clase, nos enseñaba cuales eran las mejores palabrotas, lazó desde su ventana un papel con su dirección anotada en el que ponía que sus padres le pegaban y la policía fue a su casa.
Pero aun así, lo más raro es que prefería el baloncesto al fútbol.

A pesar del intento de todas nuestras madres (cada uno una, no es que tuvieramos varias madres) que trataban de convencernos de que él no era de EEUU, seguíamos convencidos de que si lo era, si lo decía él ¿qué iban a saber nuestras madres?

A parte de eso, también nos contaba que tenía primos en cada país del mundo (incluido el Polo Norte) y que tenía un laboratorio secreto en su cuarto en el cual guardaba un dinosaurio (aún no teníamos ninguno Cartoon Network para saber que eso era de Dexter).

El engaño finalizó dos años más tarde (si, durante dos años nos dio coba). El día que empezábamos 3º de primaria la profesora pasó lista y dijo "bien, veo que todos sois de aquí".
Todos le corregimos diciéndole que había un niño norteamericano pero ella nos demostró que no, que todos éramos de Cádiz.

Así que, durante dos años enteros, nos creimos amigos de un yanki... que se llamaba Toni.

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