martes, 21 de octubre de 2014

Malas elecciones

Yo soy de ese tipo de personas que, como sabréis si me tratais cotidianamente, sabe muchos datos absurdos, inútiles y, normalmente, relacionados con la tele y/o el cine. Soy de los que se quedaron desde el primer momento con el nombre completo, dirección, empleo y lugar de escolarización de la familia García Moreno (la de Manolito Gafotas, por si hay quien no lo sabe) en lugar de aprenderse bien la tabla del 7, que es la más difícil y eso lo sabe todo el mundo. Y hablo en plural porque conozco, al menos, una persona más que se sabe estos datos.

Tengo una facilidad pasmosa para aprenderme nombres como el de Cylindrix el Germano (Cylindrix el enano, diría yo) o Caius Pupus, ambos de Astérix y las 12 pruebas, considerando a ambos personajes tan imprescindibles como las ninfas hasta arriba de néctar y ambrosía.
Tampoco me dejo atrás nombres como el de Tren Steel (el más antiguo amigo de Max Powers), ni Wendall (el niño blanquecino del Colegio Elemental de Springfield), ni de Adil Hoxha (el pequeño albanés que vivió en casa de los Simpson y que era espía soviético).

Esta capacidad absurda me impide tener espacio para otras cosas, vamos, digo yo, como es la toma de buenas decisiones. Tampoco os asustéis, no son de vida o muerte (aún), son de cosas cotidianas pero que afectan en ciertas conversaciones: los personajes favoritos.
Y es que resulta que, en las dos grandes series de nuestra infancia, a saber Bola de Dragón y Oliver y Benji, se ve que no elegí muy bien a los personajes.
En Bola de Dragón mi favorito era Yamtcha, que al principio le podía (un poquito) a Goku y además tenía melena... hasta que se acabó el rollo.
Y el Oliver y Benji me gustaban Julian Ross con sus ataques de corazón por partido y Edd Warner con su ilusión de no jugar al fútbol. Al menos no elegí a Bruce Harper.

Y esto lo explico simplemente para que luego nadie se extrañe cuando, cada temporada, vuelvo a confiar en el Cádiz CF.

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