jueves, 22 de marzo de 2012

La culpa fue del cho cho cho

Que a mi me distrajo un montón! como dijo el Yuyu allá por el año 1996 con sus bordes del area.

El tema de quien tuvo la culpa es una pregunta que siempre se hace mi madre con muchos aspectos de mi vida. Quién tuvo la culpa de que yo tuerza la mano pa escribir, quién tuvo la culpa de que yo me quisiese dejar el pelo largo, quién tuvo la culpa de que me guste la música heavy y rockera preferiblemente con un volumen muy alto, quién tuvo la culpa de mis ideas políticas, quién tuvo la culpa de que solo tenga camisetas negras, etc.

Hoy, y a pesar de tener respuestas para todas ellas, voy a explicaros solo la cuestión del Heavy Metal. Y hoy, precisamente, cumple 30 años el mejor disco de la banda más grande de Heavy Metal (para mi gusto) que nos sirve de imagen para esta entrada.

Todo empezó desde pequeño, cuando veía a mis primas con los pelos como los Europe, los pantalones rotos y escuchando día si y día también Bon Jovi (mezclao con algo de Antonio Martín). Tanto me atraía eso que, un día de diciembre, creo que el año 94, en la radio pusieron algo de Bon Jovi y, por supuesto, me sentía en la obligación de estar de acuerdo con mis primas y que me gustase.
Empecé a bailar -ejem- "bailar" y mientras hacía las veces de Richie Sambora (sin yo saberlo, por supuesto) soplé en el belén, haciendo que todo el serrín fuera directamente a mi ojo y acabando en el hospital con un parche.
Ahí aprendí lo que era el rock duro.

Luego, en el 2000, llegó el Yuyu con sus Rockeros de la Puebla mientras que me escuchaba algunas canciones de Finisterra de Mägo de Oz (cuando eran buenos). Una mezcla que, obviamente, acabaría dando sus frutos.

Los huevos ya estaban incubándose y eclosionaron cuando, en San Felipe Neri, toda mi familia se dirigió al concierto de mi primo Lolo. Yo no sabía ni de que tipo era su música. Sabía que tocaba la guitarra, pero ya está.
Su grupo se llamaba Evil y, como os podeis imaginar, era de Heavy Metal. Yo, que siempre me han gustao los saltos, los empujones y los gritos, me metí junto con mi primo Carlos y mi prima Kry en mitad del barullo.
La verdad que yo no prestaba mucha atención a mi primo, ni a la música, hasta que dijo que le dedicaba una canción a mi abuelo: The Number of the Beast.
Y ahí me quede yo pensando que eso estaba guay. Y a esa le presté atención... pero no entendí nada.
Sabía que significaba El Número de la Bestia y que gritaban six six six (666).

Con el tiempo apareció el KazaA y me descargué la canción. Y luego vino otra, y después otras tantas. Hasta que le pedí algún disco directamente a mi primo. Pasé de todas las pistas restantes y escuché una y otra vez The Number of the Beast.
Tras cerca de una semana escuchando una única canción me dió por poner el disco entero. Qué discazo mare mía! (obviemos la parte de que era el Greatest Hits). Ahí fue cuando me empezó a gustar del todo este ruido.

Y, por qué os cuento todo esto? por qué el disco cumple 30 años? pues no, esto era la introducción precisamente al blog de mi primo, en el que habla de discos que tiene tirados por ahí (precisamente hoy habla de The Number of the Beast) y son muy, pero que muy recomendables.

Yellow Sharks & Hot Rats for all!!!

2 comentarios:

  1. Muchas gracias, primo! Ves tú? Por si no tenía recuerdos agradables con este disco, cojo los tuyos y me los sumo aunque sea como mediador.

    Gracias por esa publi que me haces del blog, vete a saber si lo lee Rod Smallwood!!

    Un abrazo!

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  2. ... Y quién tuvo la culpa que te guste el Carnaval, el Cadi, los disfraces...
    A pesar de todo me siento orgullosa de ser "culpable"
    muaaaaaaa

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