viernes, 11 de abril de 2014

Harry Potter y la biblioteca de Filosofía y Letras

En la facultad de Filosofía y Letras de la UCA hay cosas muy raras. Bueno, realmente en la UCA en general hay cosas muy raras, como la puerta que da a una ventana en la ESI o que la fuente de Medicina sea de la marca Canaletas, pero lo que mejor conozco es Filosofía y Letras, así que cuento un poco lo que he vivido personalmente.

Casi todos los sucesos misteriosos de esta facultad se producen en la biblioteca.
Tenemos, en primer lugar, el olor raro en las salas dedicadas a los libros de Historia. Es increible que en toda la facultad se esté agusto y al llegar a esa sala la nariz tenga que sufrir de esa manera... si hasta el sótano huele mejor!

También el sótano de la biblioteca tiene su misterio. No se trata en este caso de lo que pasa, si no de lo que no ha pasado todavía, y es que a mí me parece muy extraño que, estando siempre vacío y con ese sistema de cerrar mediante una palanca las estanterías pegándolas entre sí, nadie se haya encontrado un cadáver. No es que yo quiera ahora incentivar los asesinatos en la facultad, pero hay ocasiones en las que se juntan los agobios de los trabajos en grupo, la necesidad de buscar libros que son un coñazo y, por supuesto, el tener que aguantar a alguien del grupo que quiere llevar la voz cantante, que ganas no faltan.

Regresando a la planta principal tenemos tres personas que son dignas de estudio: primero, si a todo el mundo le provoca un sentimiento brutal de ira homicida cuando una piva se cuela en tacones paseándose, imagina si lo hace la bibliotecaria, que se pasa todos los días recolocando libros. Además, no sabe andar con tacones!
El otro misterio que se encuentra detrás del mostrador de la biblioteca es la bibliotecaria que se la suda estar en una biblioteca. Te resuelve dudas, te da libros y te indica qué le pasa a tu tarjeta hablando en su tono de voz normal. La mira toda la biblioteca? si, pero a ella le da igual.
La última criatura misteriosa es el bibliotecario grande. Siempre, pero siempre, está leyendo, no levanta la vista del libro y, cuando acaba su turno de trabajo, se va a algún banco del pasillo, se sienta, y se pone a leer. Pero lo misterioso en este caso es que sin despegar la vista del libro sabe perfectamente quien ha entrado en la biblioteca con una lata y sólo se levanta del mostrador para decir que la lata se la tiene que beber fuera.

De la biblioteca, a pesar de todo lo que os he contado anteriormente, lo más misterioso es la reacción que provoca la puerta que veis en la imagen superior. Esa puerta da a un patio y la gente tiene la firme creencia de que impide que el sonido la atraviese y pase a la sala de estudio, por lo que se puede hablar tranquilamente o llamar a quien está en la otra punta del patio sin problema. Quizás estais pensando que parece una puerta normal y que, además, está abierta, con lo cual se escucharía perfectamente lo que hay al otro lado. Pues ¿sabeis qué? que teneis razón, pero el misterio en este caso es cómo la gente es tan estúpida que hablan a gritos hasta el momento de cruzar el marco, por aquello de no molestar y de mantener el silencio.

Otro día, con foto incluida, hablo del cartel del aula magna.

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